No fue nunca la divisa del
instinto de matar,
Ni fue el rígido instrumento
de la fuerza militar
Provocando las groseras
ambiciones del poder:
Fue tu espada la divisa del
honor y del deber.
Fiel discípulo de Duarte,
comprendiste el ideal,
y sirviendo los destinos de
la causa nacional,
Disparaste tu trabuco, que
rugió como León,
Despertando Las conciencias
y clamando redención.
La Bandera fue tu culto, la
Bandera fue tu altar,
Y dijiste: Cuando vaya para
siempre a descansar,
Que ella envuelva mi cadáver
y moriste con honor,
En los brazos siempre
abiertos de la enseña tricolor.
Y después cuando quisieron,
de la fosa recoger,
Tus cenizas venerandas, un
milagro pudo ser:
Encontraron la bandera, la
Bandera tricolor,
Reviviendo en sus matices la
grandeza de tu amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario